Soy relativamente nuevo en el oficio de reseñar videojuegos, llevo poco más de 6 años y he analizado más de 200 títulos, dicho esto, jamás había encontrado una experiencia tan difícil de reseñar como lo fue Copycat.
Aunque no te preocupes que no fue por errores o bugs, sino por su historia, me resultó profundamente desgarradora y en ocasiones, incluso cruel. Spoonful of Wonder creó la perspectiva perfecta de lo que es ser un gato callejero.

Una historia de amor y perdida.
Copycat nos pone en la piel de Dawn, una gata adulta adoptada por Olive, una mujer mayor que busca compañía tras una vida de soledad. Con años de maltrato en nuestra mente, llegamos a este hogar desconfiados y esquivos, Olive parece ser buena persona, pero ya hemos confiado y nos han fallado, ¿por qué ella sería diferente?
Estas inseguridades hacen que seamos traviesos y algo agresivos, pero Olive es muy paciente con nosotros. Poco a poco aprendemos a confiar, incluso llegamos a amar y por fin tenemos un lugar al cual llamar hogar.
Sin embargo, la vida nos juega la peor de las traiciones y aunque no quiero ahondar en detalles, de dire que el juego es crudo y muestra realidades que dentro de nuestra burbuja de privilegios no llegamos a nunca a ver. Y al tratarse de animales, el sentimiento de traición, se intensifica aún más.

Jugando a ser un gato.
Copycat es un juego sencillo, vas a correr, saltar, explorar y por supuesto, realizar las típicas travesuras de un gato, como tirar objetos, jugar con el papel higiénico o rasguñar muebles. También existen pequeños momentos de sigilo, así como secciones tipo endless runner, todo esto aporta variedad y frescura al juego.
Además, tenemos Quick Time Events, aportando todavía más variedad a la jugabilidad. Estos irán aumentando su dificultad a media que los realizas, así que necesitarás poner mucha atención en la recta final de juego.

Como gato, Dawn pasa gran parte del tiempo durmiendo y soñando, pero sus sueños son tan vívidos que te permiten controlar a su alter ego: una pantera en las sabanas africanas. Estas secciones oníricas agregan un toque de alegría al juego (que mucha falta le hace), ofreciendo momentos de diversión y exploración que sirven como un respiro ante la intensidad de la historia.
Ahora bien, el juego no está exento de problemas. Controlar a Dawn en las partes donde más se necesita precisión es complicado, varias veces terminarás cayendo debido a lo sensible del control. La cámara también tiene muchos problemas de sensibilidad, un solo toque del stick y terminarás viendo tras una pared.

En cuanto a lo técnico, Copycat no resalta por sus gráficos, pero son lo suficientemente buenos para mantenerte enganchando, hay momentos donde el juego de luces acentúa de manera exponencial a lo que ocurre en pantalla.
Eso sí, los modelados de los personajes humanos están muy por debajo si lo comparamos con el resto del videojuego, sobre todo el personaje de la hija de Olive. En la parte felina, los gatos están muy bien animados, la física funciona muy bien y Dawn es bastante expresiva.
El apartado sonoro cumple con lo necesario: los maullidos y efectos ambientales están bien logrados, aunque la música de fondo podría haber sido más emotiva para reforzar los momentos clave.




Finalmente, Copycat es una experiencia narrativa breve, pensada para quienes valoran las historias con corazón y un mensaje profundo. Puede que su corta duración y jugabilidad simple no guste a quienes busquen algo más intenso, pero el impacto emocional que deja es innegable.

EN RESUMEN
Copycat es una historia emotiva y cruda, capaz de conmover hasta lo más profundo. Es una experiencia que deja huella y que difícilmente se olvida.
CALIFICACIÓN: 7/10


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